III

El sonido del silencio me habla de ti, envuelto en la sombra de la soledad en una noche de estrellas infinitas y explosiones de miedo. La penumbra me acompaña y me cubre de frío por el muladar de los recuerdos en mi ronda nocturna, regando mis miles de frases rotas, jugando a no ser mas aquel tonto muchacho que una vez te quiso.
Nos ofrecimos un sueño, talvez pequeño, pero…era nuestro, dime que pasó, a donde fue a parar el amor que nos prometimos alguna vez.
La pantomima de la vida se apacigua en una risa infeliz llena de tu ausencia y llena de fantasmas anómalos que aniquilan la razón.
Y caigo en la locura o quizás en la desesperación, la verdad es que la noción de lo real no es mas algo que me interese, solo el silencio sigue aquí y me habla de un casus belli* entre planetas desconocidos y el transmutado sentir de un ser ajeno a sublimes pensamientos y poemas de amor.
La calle se ve mas grande pese a que no estas, cada cosa, cada lugar me preguntan por ti, y vuelve la duda, el desgano y el pesar que se mezclan con la rutina diaria, se hacen canción a mi alrededor en un segundo olvidado, empujándome a dejar todo lo que un día fui por ti, cuando aun creía que serias para mi.

tedio

Trato de despistar al destino plasmando mis memorias, pero no sirve de nada si a cada momento te tengo en mi mente.
Trato de dormir estos sentimientos que me aquejan, busco en el aire la esencia de lo esencial, una manera de olvidar que alguna vez te quise y que quise que esta historia nunca acabase.
Veo por la ventana de mi alcoba como todo pasa de largo, como las remotas fantasías de un amante desolado se pierden en una frase herida, con el llanto amarrado en su mejillas recordando, como se va el amor y como deja el dolor a cuestas de la razón.
El frío ambiente golpea mi pecho, mi cuerpo ya sin vida que solo se mueve al compás de los recuerdos, va plasmando en cada segundo que pasa una frase oscura, un beso que no pasa de ser solo un beso y la imagen de unos ojos que se desvanecen en la nada.
Mil palabras en mi mente, solo unas cuantas dichas; once noches de alegría, el resto solo tristezas, envuelto en los brazos del sosiego mortal en la cúspide del dolor.
Vivo en la mira del hastío, huyendo como un fugitivo. Tus recuerdos rondan como moscas alrededor de mi cama, infectando cada célula de mi cuerpo con tu olor. Te busco en cada rincón de mi habitación, trato de pensarte creo que para no extrañarte, pero estoy solo como en un inicio lo estuve.